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Mucha gente trata su techo como si fuera papel pintado de yeso. Simplemente... ahí. Blanco. Aburrido. Invisible. ¿Pero adivina qué? Tu techo es la quinta maldita pared. Y se merece algo mejor que ser el equivalente en pintura al arroz sin sal. Si quieres que tu espacio realmente diga algo sobre ti (además de "Hola, me da miedo el compromiso"), entonces es hora de darle un giro al color de tu techo.

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